jueves, 16 de julio de 2009

Pensamientos anormales...



Entre mis tantos pensamientos anormales como los catalogarían algunos, está el de que sienten las personas que tienen una realidad distinta a la de nosotros, como es el mundo de esos a los que llamamos locos, y que tal vez ellos a su vez nos llamen locos a nosotros, a caso no existe el dolor en su realidad, o es que quizás los sentimientos no forman parte de ellos, es que no sufren, o simplemente las cosas no son tan hirientes como en ocasiones las hacemos parecer.
Mil veces a rondado en mi cabeza la idea de volverme loca, y saber que se siente, entre mis múltiples formas de escapar a mi dolor, he contemplado la posibilidad de la irrealidad como lo etiqueta la gente “normal”.
He imaginado que estando desconectada del mundo pueda encontrarme y entenderme, no se, tal vez si me pego accidentalmente no me dolerá como me dolería si lo hago estando “cuerda”.
Cabe la posibilidad de que estando loca, la soledad no me lacerará como lo hace ahora, imagino que inmersa en mi “realidad” no me importe si te gusta mi cuerpo o no, creo que si me vuelvo loca, pueda estar tranquila y dormir una sola noche con la serenidad de saber que no tengo que buscar algún motivo, una razón que le den sentido a mi existencia pues, al final haga lo que haga, será solo en mi mundo, en mi irrealidad.
También puede ser entonces que en ese mundo inventado y creado por mi y para mi, los sentimientos y las emociones no tengan un lugar, es decir, sería algo así como una máquina que esta programada con una rutina.
Que importa si veo el resplandor del sol o si no puedo ver la luz de la luna iluminar la majestuosidad de la noche, que significado tendrá si las aves cantan o escuchar solo el silencio de los demás, no sería incomoda y lastimera la indeferencia de las “personas”, que mas da si lo que respirara fuese aire o algo mas, lo importante es que no sentiría dolor aunque para ello tuviera que olvidar lo poco bueno que en mi cordura alguna vez tuve.

miércoles, 15 de julio de 2009

Dos cosas que rodaron en mi cabeza...

Hoy me levanté cavilando en el pasado supuse que iba ser un día mas sin encontrar a la persona correcta, esa persona que día tras día cambia de una forma radical y sin sospecha alguna pierde su autenticidad, que el laberinto que se aleja no podrá volver jamás y este día, decidí tomar un baño y me dije…
¿Por qué no me doy mi tiempo de pensar en mi, de saber que me gusta y de saber que no?
Cuando pasaba el jabón por mi cuello, recordé lo bien que me hace sentir una pequeña caricia de alguien querido. Mientras seguía su camino, descubrí el olor a mi, ese olor que recuerda mi ser, mi delicadeza.
Mientras caían las gotas, se quedaban en mi mano, me hicieron recordar cada una de esas lágrimas que gaste pensando en como ser.
Descubrí que al acondicionador no le importaba que hubiera en mi cabeza, solo hacia su trabajo. Entonces llegué a la conclusión, que yo soy una persona que solo hace su labor en esta vida, que no tengo que estar poniendo poses al aire.
Solamente soy y no puedo dejar de hacerlo y llego a la conclusión que "soy yo".



Recordé también que hace tiempo, me preguntaron ¿Tú sabes perdonar? Y respondí a esto con un suspiro de resignación.
¿Que les puedo decir?... creo que si. Ya he perdonado a muchos. Ya no siento lo mismo que antes, cuando mancillaron mi inocencia, cuando mi mundo debió solo ser de inocentes juegos, donde crearon ellos una nube de perturbaciones que no entendía.
Si era bueno o malo no lo comprendía.
Solo se que el tiempo y Dios me ayudaron a sacudirme de ese ambiente, que con el paso del tiempo todo fue cambiando.
Y gracias a ello mi vida dio un giro de 360 grados. Hoy soy feliz me desligo cada día de esos momentos, y ya no trato de encontrar el porque, ni el como me sucedió a mi.
Solo se que los he podido perdonar, hacer como si nada hubiera pasado. Pero sin embargo, por esas cicatrices que quedaron de aquellas heridas en mi alma... "perdonar si... olvidar no".

El cielo será mío...




Me senté y cerré los ojos y entonces me vi... me vi a mi, llena, repleta de amor que no había dado, de amores que nunca habían sido amores, rodeada de personas que no me interesaban. Entonces paré... Y me acordé que me habían amado, que había personas que realmente se interesaban por mi.
Me acordé de cada una de las tarde donde me había dedicado a caminar en silencio por la calle, con la cabeza solamente en el canto de los pájaros, sintiendo el aroma de cada una de las flores, geranios que brotan de colores y ya lo hacía desde mi infancia.
Viajé hasta mi infancia, cuando me sentaba bajo los árboles para escribir cartas de amor que nunca iba a dar, me acordé cuando me escondía atrás de los árboles para ver el cielo esperando inventarme dos alas para volar lejos, mientras que soñaba, vivía una vida nueva, llena de felicidad, un sueño que no terminaba nunca.
Y fui a mi adolescencia metida atrás de libros que contaban grandes historias de amor, donde yo podía seguir imaginando mi futuro, cada tanto agarraba de nuevo mi cuaderno y escribía una poesía tonta para el amor del momento, ese amor, ese amigo que nunca se había fijado en mi.
Las tardes de soledad y las siestas después de comer las galletitas de mal sabor que hacía, las escapadas para no ir a clases, los domingos en casa, y las tardes de fin de semana interminables hechada sobre el pasto, como cuando era niña, mirando un cielo que algún día sería mío.
Y así llegué al tiempo difícil , los veranos, primaveras, inviernos y otoños, conquistando corazones inconquistables, con una histeria estúpida, tomando sangría o la bebida del momento, caminando durante horas por las calles para no perder la costumbre de estar sola y con los pies descalzos en mi casa para no olvidarme que puedo caminar despacio también sobre la tierra.
Me acuerdo que un día me desperté y dije, bueno ya soy grande y busqué un trabajo, ya no me divertía salir, ya no me divertía tomar, ya no me divertía hablar con niños, pero todavía me sentaba abajo de un árbol a escribir o leer, o de espaldas al cielo viendo como las hormigas hacen su trabajo con una rigidez casi absoluta, o miraba el cielo y seguía pensando "un día eso va a ser mío" y me iba en una nube a recorrer el mundo que habitaba en mi cabeza, las pirámides de Egipto, las playas de México, las Navidades de New York, los trenes de Tokio, la muralla china, el camino del inca, Roma, París que siempre fue un lugar de ensueño, cada lugar era un misterio.
Conocía personas mentalmente, imaginaba situaciones divertidas y ridículas, nunca perdí la facilidad de reirme sola y sin sentir vergüenza, sin creer que estará pensado la gente de mi sonrisa.
Cuando abrí los ojos me di cuenta que soy una niña que todavía mira el cielo sabiendo que lo puede conquistar cuando quiera, y una joven que lucha por alcanzar todos los sueños, sabiendo que disfruto cada partícula del tiempo que le fue dado.